domingo, 1 de febrero de 2009

La justicia esta de fiestuqui

Sigue nevando. Desde mi ventana puedo ver la caída incesante de los copos de nieve. Así de incesante pero más duradera ha sido también la degeneración y caída de uno de los pilares de cualquier estado: el poder judicial.

Desde la fecha en la que el alcalde andaluz Pedro Pacheco dijo que la justicia era un cachondeo hasta nuestros días han pasado varias décadas en las que muchas mañanas nos hemos desayunado con titulares de prensa que hacían referencia a sentencias judiciales estrambóticas, hemos comido con noticias sobre el retraso en las sentencias y nos hemos acostado con la manipulación en los asuntos judiciales. En estas tres décadas se ha trabajado denodadamente para hacer de la Justicia un desastre. Tanto es así que deberíamos representar a la Justicia con una venda cubriendo sus ojos y con los brazos atados a la espalda.

Dudo de la salud de nuestro régimen de "votocracia" si no existe justicia. Sin justicia no hay democracia. Que un poder judicial independiente es básico para el funcionamiento de cualquier estado de derecho es algo que no se puede poner en duda. Que las sentencias se dicten en plazos razonables es otro requerimiento y, por último, que se sustancien sobre criterios jurídicos sólidos. Desde la muerte de Franco hemos convivido con muchos políticos y con algunos jueces que han trabajado únicamente para terminar con la independencia de la justicia y convertirla en un mero apéndice del poder político. Las personas, los ciudadanos, hemos llegado a ver esta institución no como algo que nos ampara sino como algo ineficaz y de dudosa utilidad. Pedir amparo a la Justicia se ha convertido en una lotería o en un deporte de riesgo.

Últimamente la Justicia esta continuamente en primera página por muchos motivos: el espectáculo de la renovación de cargos, el caso Mari Luz, la huelga de jueces, la sentencia sobre la objeción a educación para la ciudadanía…

De la escombrera judicial se pueden recuperar muchos ejemplos de sinrazón y de una doble vara de medir:

El caso Mari Luz es uno de tanto solo que, a diferencia de otros, alcanzó gran notoriedad pública. Los políticos, delante de las cámaras, se dieron golpes de pecho pero todos tranquilos. Les aseguro que no tomarán ninguna decisión para cambiar las leyes que permiten que un depravado esté en la calle ni dotarán de más medios a los juzgados. Es más fácil culpar al juez que reconocer que los juzgados carecen de los medios más básicos para realizar su cometido o que las leyes no se han dictado con realismo.

Al juez Calamita es expedientado por uno de los “n” TSJ al considerar que pedir un informe psicológico es dilatar torticeramente el procedimiento pero al mismo tiempo no pasa nada si Garzón no investiga sobre el chivatazo del bar Faisán, ni cuando se acumulan los expedientes pero se pierda el tiempo con la carnavalada de la imputación a Israel por genocidio.

No entiendo por qué el ministrillo del ramo y el PSOE se cabrean ante la posibilidad de una huelga de los jueces. El Constitucional lleva ya dos años en huelga de brazos caídos o de sesteo sobre la sentencia de lo que probablemente es el ataque más directo al entramado constitucional y no oigo sus críticas.

Con este panorama lo extraño no es que los jueces lleguen a ponerse en huelga. Lo insólito es que no seamos los ciudadanos los que nos pongamos en huelga. Huelga de ciudadanos hasta que la justicia sea independiente y desaparezcan partiditos como “Jueces para la Democracia”, huelga hasta que vuelva una Justicia con mayúsculas, hasta que laven las togas que han cogido tanta mugre con “el polvo de los caminos”.

Pacheco se quedó corto. La justicia no es un cachondeo, es un disparate.



Si desean leer sobre este tema les recomiendo el libro de Alejandro Nieto, “El desgobierno judicial



1 comentario:

  1. el titulo me hizo recordar una frase de "v" de vendetta
    jaja


    mis saludos y buen log

    Js.

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