jueves, 22 de enero de 2009

Sopas Obama

Por fin tomó ayer posesión de su cargo el nuevo presidente de los Estados Unidos, Barack H. Obama. Este candidato era el favorito entre los que sienten más animadversión por ese país, entre sus más encarnizados criticadores. Todos los que prefieren unos Estados Unidos debilitados apostaban por él. También conocidos especuladores que han empobrecido a muchas personas con sus tejemanejes han aportado migajas de sus fortunas en la campaña electoral de Obama. En medio de una especie de histeria colectiva ganó y desde ayer, 20 de enero del 2009, es el “hombre más poderoso del mundo”.

Yo no lo voy a criticar. Solo voy a decir que me sorprenden dos cosas, por un lado las expectativas que se han generado en torno a su persona y por otro la evolución, el cambio del personaje. Reconozco mi incapacidad para anticipar cual será el resultado de su mandato aunque es cierto que parte en unas condiciones de opinión pública altamente favorables para él. Incluso el hecho de que la materialización de la crisis se haya anticipado a su toma de posesión puede ser utilizado como una buena excusa si no consigue los resultados esperados, y desde luego que es una buena razón para no conseguirlos.

En todo caso confieso que mis expectativas no son altas. Para mí Obama, a día de hoy, es fundamentalmente un producto de marketing, algo que se puede encontrar en una estantería y que por su empaquetado resulta atractivo. Hasta ahora todo lo que me parece es un envoltorio atractivo, en cartón de calidad y con una cuatricromía bien impresa. Se trata de un articulo bien publicitado y que ha conseguido aceptación entre el público incluso antes de su “lanzamiento comercial”.

Imaginemos que paseamos por un supermercado y que echamos ese producto desconocido a nuestro carro de la compra. Dentro de esa caja figurada hay una lata en la que a primera vista podríamos leer que se trata de chocolate, de chocolate negro. Si observáramos con más detenimiento el marbete podríamos ver que hay otra etiqueta debajo indicando que no es 100 por 100 negro, que sus genes son blancos en un 50%. Ahora ya no sabríamos si se trata de chocolate amargo o de Nocilla dos sabores.


Si hasta ahora solo conocemos sus discursos y buenas intenciones pero no tenemos idea de su capacidad ejecutoria, de su integridad una vez alcanzado el poder, ¿cómo vamos a poder anticipar su comportamiento futuro y las líneas fundamentales de su política? Nadie sabe con exactitud que hay dentro de Obama. Se me ocurre al pensar en esto una analogía con las famosas sopas Campbell. Todos hemos visto imágenes de las archiconocidas latas e incluso ese contenedor metálico ha llegado a convertirse en un icono cultural. Sin embargo, aquí en mi tierra, raramente hemos visto en vivo una lata de Campell y aún más infrecuente es haber visto o probado su contenido. ¿Cómo podemos saber que la lata de sopas Obama no está vacía?

Las palabras de su discurso inaugural han sido interesantes. Me agrada haber escuchado que pide esfuerzo, realismo y el abandono de la puerilidad. Como los viejos castellanos, lo ha afrontado y se lo ha dicho a todos con crudeza: el tiempo es frío y continuará frío mucho, mucho tiempo. Le deseo suerte y quiero terminar con sus palabras

“Good bless you and God bless the United States of America”


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