lunes, 19 de enero de 2009

Canela y recesión

Hoy no voy a hablar de política. El pasado fin de semana quedé con una amiga y salimos a divertirnos. Mientras picábamos algo le comenté que estaba escribiendo mi propio blog así que, de alguna manera, acordamos que hablaría sobre ella en esta entrada. Gracias, Ana, por enseñarme nuevos sitios y por tantos años de amistad.

En uno de los locales a donde arribamos conocí a Almudena y a sus amigas. Mientras un joven exploraba cómo degradar el violín acompañando una melodía que sonaba a 95 decibelios ellas se zambullían en la diversión. Disfruté viendo cómo reían y contagiaban su ánimo así que también decidí que tenían que aparecer en estas líneas. Es la ósmosis de la diversión.


Lo había pasado tan bien que al día siguiente decidí que lo celebraría preparando unas tradicionales pastas de canela. ¿Creen que bromeo? Pues pueden contemplar la prueba del delito.


Mientras pergeñaba alguna variación a la receta y su perfeccionamiento con algún añadido espiritoso, me vino a la cabeza que las personas actuamos y tomamos decisiones dependiendo de nuestro estado de ánimo, de la perspectiva, del entorno… En pocas palabras: nos adaptamos. Algunas veces obramos pensando en el futuro, otras por placer, por interés o incluso alocadamente.

El Gobierno, sin embargo, se empeña en proponer siempre las mismas soluciones, las viejas recetas, para todos los problemas. Pase lo que pase con la economía hay que incrementar el gasto, inducir al consumo y tender de forma desmedida a la intervención.

Cuando el dinero lo reparten los políticos su distribución tiende a ser ineficiente. El reparto atiende más a criterios de interés de clan, de conciliábulo de familia que a criterios de rentabilidad. Los políticos (y también muchos ciudadanos) propenden a pensar que la riqueza de las naciones es ilimitada y que si “la caja de los dineros” se vacía por la noche al abrirla por la mañana está otra vez repleta.

Las familias, los pequeños negocios, las corporaciones están tomando ya sus decisiones económicas en una dirección opuesta a la de sus dirigentes. ¿Quién creen que medita más concienzudamente sobre el futuro de sus decisiones? ¿El que se juega su dinero o el que juega con el dinero de los demás?

Bueno, como ven, al final no he hablado de política, ¿no?

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